martes, 28 de junio de 2011

La Canasta del Diablo: La Bala del Destino

Casi anochecía en el concurrido boulevard de la ciudad provinciana,dos policías se apean de la patrulla, la cual han dejado estacionada tres cuadras antes de la citada arteria.
Habían quedado de verse con "Miguelito", como era conocido en el bajo mundo el ladronzuelo, el cual debía su apodo a que en un viaje con alucinantes se había tatuado un malformado Mickey Mouse ya que en esa "experiencia" había viajado según el a Disneylandia.
La operación, aunque sencilla conllevaba cierto riesgo, y esto era pues el hecho de que los "azules" iban a venderle parque al malvado ratón de la hierba.
Así, casi enfrente de los transeúntes, las balas fueron cambiadas por unos billetes con la velocidad de un mago de carpa, hecho que no pasó desapercibido para algunas personas, las cuales prefirieron hacerse de la "vista gorda".
Despúes de realizado el sucio trato, los "polis" y "Miguelito" desaparecieron junto con el día.
Las balas Remington calibre .38 no tardaron mucho en realizar los más diversos ílicitos en el breve tiempo que ocuparon la pistola marca Taurus automática del maleante.
Uno de áquellos corruptos policías llamabáse Tomás, el cual a simple vista era un joven (25 años) casado y con dos niñas, el cual acudía a su trabajo en punto de las cinco; siempre amoroso, había pactado con su esposa que no se levantara tan temprano, asi pues; el se preparaba su propio desayuno y se despedía con un beso en la frente de cada uno de los miembros de su familia.
El día había trasncurrido sin novedad para Tomás, el cual estaba ansioso por salir a descansar y ver un rato a los suyos.
Más, al anochecer; la comandancia recibió una llamada de un asalto que se estaba llevando a cabo en una de las avenidas más populosas de la comunidad, aslistándose junto a su compañero tomaron la patrulla y salieron raudos y veloces hacía el lugar de los hechos.
Fue tal la rapidez con la que actuaron, que los ladrones al verse sorprendidos actuaron erraticamente, uno de ellos escapó y el otro quedó atrapado en el interior de la tienda.
Al verse rodeado, el asaltante amenazó con asesinar al dependiente, al cual tenía encañonado en la sien.
El compañero de Tomás le indicó que se acercara al local mientras el lo cubría y así lo hizo el primero, agazapado hasta llegar al extremo opuesto, por lo cual se cerro t1oda ruta de escape posible para el pillo, Tomás; le gritó:
- ¡entreguese, lo tenemos rodeado!
- ¡váyase al diablo polizontes! - contestó el ladrón -
Tomás, entre cerró los ojos tratando de reconocer esa voz que se le hacía familiar, a la vez que volvía a advertir:
- ¡contaré hasta tres y más vale que salga con las manos en alto! ¡uno... dos..! Al momento de gritar "¡tres!" Los dos elementos se abalanzaron hacia el interior al momento que se escucharon varios disparos.
El ladrón, cayó abatido en un charco de sangre, los gritos de "¡estoy bien, estoy bien!" Del dependiente aseguraban que el agresor estaba totalmente fuera de combate.
Cuando los dos elementos acercaron se dieron cuenta que el rata era nada menos y nada más que "Miguelito" el cual al verlos sonrió lastimeramente al tiempo que decía:
- No cabe... duda... amigos que... debí haberles comprado todo su parque... así no habría una " bala del destino" que nos... uniera.
Tomás respondió:
-Migue... yo creo que sí la hubo.
Al momento, separaba su mano izquierda del vientre y dejaba ver la herida profunda causada por la propia bala que él había vendido, la cual sangraba copiosamente.
Entonces, se sintió dando vueltas en un abismo negro; el abismo de la muerte, donde sus lágrimas parecían caer hacia la nada, en una plegaria inútil; por estar al lado de sus seres queridos.

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