miércoles, 29 de septiembre de 2010
viernes, 24 de septiembre de 2010
Inundación y corrupción
Cuando observamos los noticieros las desgracias ocurridas por las últimas precipitaciones pluviales, no se deja de sentir rabia e impotencia al saber que estas, no son ocasionadas por impactos climatológicos o castigos divinos; sino por el mal que nos heredaron las escorias del viejo continente: la corrupción.
Aunque para muchos la historia no sirve para nada, los registros públicos tienen constancia sobre lo que a la naturaleza le pertenece, esto es cauces de ríos y zonas de alto riesgo como las partes altas lugar de deslaves, sin embargo los encargados de regular la construcción de zonas habitacionales en este tipo de territorios de alto riesgo, son cegados por cantidades de billetes que ni siquiera somos capaces de imaginar y permiten que se lleven a cabo, sin importarles la vida de las personas que en ellas habitarán.
Mucho se ha dicho ya que México es el país donde lo imposible es posible, como ejemplo tenemos el paso del rio Santa Catarina en la ciudad de Monterrey, Nuevo León; cuya lógica que incluso sabe hasta un niño que va a la playa, marca el hecho de que debe dragarse el lecho del río para brindarle una mayor profundidad y evitar el desbordamiento de las aguas que vienen desde la sierra, sin embargo en lugar de realizar la actividad antes mencionada; se permite la construcción de campos de golf canchas de fútbol, instalación de circos, tianguis con mercancía de dudosa procedencia y estacionamientos; por sólo mencionar algunas de estas realidades que superan cualquier fantasía Jodorowskyana.
Desgraciadamente la mala distribución del flujo poblacional en este país debido a la ausencia de empleo y la concentración de la riqueza en muy pocos núcleos urbanos, lleva a la escasez de territorio para albergar a los antes mencionados, lo cual sin embargo no justifica las irregularidades antes mencionadas.
Debe entonces el ciudadano común, es salvaguardar su vida por sus propios medios, que en este caso sería acudir a los registros de catastro para verificar que su nuevo hábitat, no estará en riesgo de ser arrastrado por las aguas; incluso con ellos al interior.
Vemos la desgracia en las pantallas, mandamos agua, comida enlatada, no rasgamos las vestiduras por nuestros hermanos en desgracia; sin embargo, seguimos viviendo la cobardía de no reclamar a los responsables de tanto dolor; cosas de hombres rubios barbados e indígenas aplastados en sus costumbres y religión.
Aunque para muchos la historia no sirve para nada, los registros públicos tienen constancia sobre lo que a la naturaleza le pertenece, esto es cauces de ríos y zonas de alto riesgo como las partes altas lugar de deslaves, sin embargo los encargados de regular la construcción de zonas habitacionales en este tipo de territorios de alto riesgo, son cegados por cantidades de billetes que ni siquiera somos capaces de imaginar y permiten que se lleven a cabo, sin importarles la vida de las personas que en ellas habitarán.
Mucho se ha dicho ya que México es el país donde lo imposible es posible, como ejemplo tenemos el paso del rio Santa Catarina en la ciudad de Monterrey, Nuevo León; cuya lógica que incluso sabe hasta un niño que va a la playa, marca el hecho de que debe dragarse el lecho del río para brindarle una mayor profundidad y evitar el desbordamiento de las aguas que vienen desde la sierra, sin embargo en lugar de realizar la actividad antes mencionada; se permite la construcción de campos de golf canchas de fútbol, instalación de circos, tianguis con mercancía de dudosa procedencia y estacionamientos; por sólo mencionar algunas de estas realidades que superan cualquier fantasía Jodorowskyana.
Desgraciadamente la mala distribución del flujo poblacional en este país debido a la ausencia de empleo y la concentración de la riqueza en muy pocos núcleos urbanos, lleva a la escasez de territorio para albergar a los antes mencionados, lo cual sin embargo no justifica las irregularidades antes mencionadas.
Debe entonces el ciudadano común, es salvaguardar su vida por sus propios medios, que en este caso sería acudir a los registros de catastro para verificar que su nuevo hábitat, no estará en riesgo de ser arrastrado por las aguas; incluso con ellos al interior.
Vemos la desgracia en las pantallas, mandamos agua, comida enlatada, no rasgamos las vestiduras por nuestros hermanos en desgracia; sin embargo, seguimos viviendo la cobardía de no reclamar a los responsables de tanto dolor; cosas de hombres rubios barbados e indígenas aplastados en sus costumbres y religión.
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jueves, 23 de septiembre de 2010
viernes, 10 de septiembre de 2010
Lluvia de Cadáveres
Lluvia de Cadaveres
(Hector Colon / Edgar Colon)
Estan lloviendo cadaveres
Del cielo cae la sangre
Chapotean los esqueletos
En estanques color escarlata
El terror desfigura
Las faces alegres de antano
Huesos blanquecinos
Con olor a putrefacto
Copyright Hector Colon / Edgar Colon
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miércoles, 8 de septiembre de 2010
La necesidad de andar armado
Los últimos acontecimientos acaecidos en el país, han puesto de manifiesto la ineficacia de las instituciones encargadas de procurar la seguridad y la actitud de franca rebeldía de los criminales que disparan sin ningún temor y a quien sea.
Es entonces que en este fuego cruzado, quedamos los ciudadanos comunes y corrientes a los cuales nuestra legislación nos mantiene el legítimo derecho de preservar nuestra vida por medio de la defensa; y como está la situación, la única manera de lograrlo es portando un arma.
Un arma no solamente sirve para matar, también sirve para convencer; es así que si de esta manera vemos nuestra vida en peligro en medio del fragor de una balacera podremos percutir algunos tiros a manera de aviso aquellos que intenten atentar en contra nuestra, así ya sabrán que estamos en igualdad de condiciones y lo pensarán dos veces antes de repetir el ataque.
Es por eso, que la sociedad civil del vecino país del norte es casi una religión tener un arma en casa, como medio de legítima defensa, tan es así que con el simple hecho de que un individuo cruce del límite de nuestra propiedad en circunstancias dichosas puede hacerse acreedor a unos gramos de plomo, sin que eso signifique problema alguno para el dueño del terreno.
Desgraciadamente, nuestros gobernantes y legisladores ven en la portación de armas, una amenaza a su estilo de vivir y lo que ocurra en las calles, no les importa un bledo mientras no llegue a sus exclusivos terrenos personales.
Sin embargo una exigencia de los mexicanos debiera ser la portación de armas para legítima defensa, lógicamente con sus candados para evitar circunstancias desagradables (aunque algunos dirán que es más fuerte la corrupción)
Y en este debate, entrarán aquellos argumentos de los pacifistas que en estos tiempos, están siendo superados por el crimen organizado y sustancias materialistas, otros mencionarán en México, es un pueblo que no sabe el manejo responsable de las armas; ya que la última vez que las utilizó fue hace 100 años.
Es entonces que en este fuego cruzado, quedamos los ciudadanos comunes y corrientes a los cuales nuestra legislación nos mantiene el legítimo derecho de preservar nuestra vida por medio de la defensa; y como está la situación, la única manera de lograrlo es portando un arma.
Un arma no solamente sirve para matar, también sirve para convencer; es así que si de esta manera vemos nuestra vida en peligro en medio del fragor de una balacera podremos percutir algunos tiros a manera de aviso aquellos que intenten atentar en contra nuestra, así ya sabrán que estamos en igualdad de condiciones y lo pensarán dos veces antes de repetir el ataque.
Es por eso, que la sociedad civil del vecino país del norte es casi una religión tener un arma en casa, como medio de legítima defensa, tan es así que con el simple hecho de que un individuo cruce del límite de nuestra propiedad en circunstancias dichosas puede hacerse acreedor a unos gramos de plomo, sin que eso signifique problema alguno para el dueño del terreno.
Desgraciadamente, nuestros gobernantes y legisladores ven en la portación de armas, una amenaza a su estilo de vivir y lo que ocurra en las calles, no les importa un bledo mientras no llegue a sus exclusivos terrenos personales.
Sin embargo una exigencia de los mexicanos debiera ser la portación de armas para legítima defensa, lógicamente con sus candados para evitar circunstancias desagradables (aunque algunos dirán que es más fuerte la corrupción)
Y en este debate, entrarán aquellos argumentos de los pacifistas que en estos tiempos, están siendo superados por el crimen organizado y sustancias materialistas, otros mencionarán en México, es un pueblo que no sabe el manejo responsable de las armas; ya que la última vez que las utilizó fue hace 100 años.
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