viernes, 24 de septiembre de 2010

Inundación y corrupción

Cuando observamos los noticieros las desgracias ocurridas por las últimas precipitaciones pluviales, no se deja de sentir rabia e impotencia al saber que estas, no son ocasionadas por impactos climatológicos o castigos divinos; sino por el mal que nos heredaron las escorias del viejo continente: la corrupción.
Aunque para muchos la historia no sirve para nada, los registros públicos tienen constancia sobre lo que a la naturaleza le pertenece, esto es cauces de ríos y zonas de alto riesgo como las partes altas lugar de deslaves, sin embargo los encargados de regular la construcción de zonas habitacionales en este tipo de territorios de alto riesgo, son cegados por cantidades de billetes que ni siquiera somos capaces de imaginar y permiten que se lleven a cabo, sin importarles la vida de las personas que en ellas habitarán.
Mucho se ha dicho ya que México es el país donde lo imposible es posible, como ejemplo tenemos el paso del rio Santa Catarina en la ciudad de Monterrey, Nuevo León; cuya lógica que incluso sabe hasta un niño que va a la playa, marca el hecho de que debe dragarse el lecho del río para brindarle una mayor profundidad y evitar el desbordamiento de las aguas que vienen desde la sierra, sin embargo en lugar de realizar la actividad antes mencionada; se permite la construcción de campos de golf canchas de fútbol, instalación de circos, tianguis con mercancía de dudosa procedencia y estacionamientos; por sólo mencionar algunas de estas realidades que superan cualquier fantasía Jodorowskyana.
Desgraciadamente la mala distribución del flujo poblacional en este país debido a la ausencia de empleo y la concentración de la riqueza en muy pocos núcleos urbanos, lleva a la escasez de territorio para albergar a los antes mencionados, lo cual sin embargo no justifica las irregularidades antes mencionadas.
Debe entonces el ciudadano común, es salvaguardar su vida por sus propios medios, que en este caso sería acudir a los registros de catastro para verificar que su nuevo hábitat, no estará en riesgo de ser arrastrado por las aguas; incluso con ellos al interior.
Vemos la desgracia en las pantallas, mandamos agua, comida enlatada, no rasgamos las vestiduras por nuestros hermanos en desgracia; sin embargo, seguimos viviendo la cobardía de no reclamar a los responsables de tanto dolor; cosas de hombres rubios barbados e indígenas aplastados en sus costumbres y religión.

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