Y es que fue una charada que alguien se le ocurriera que en un país con tanto atraso económico en sus ciudadanos pudiera cambiar hacia una nueva forma de ver la televisión a través de cajas digitales que no son compatibles con la mayoría de los aparatos viejos de televisión en poder de las clases sociales más necesitadas.
Sabemos que muchas de las disposiciones legales actualmente están regidas por los tratados de comercio internacionales y sus principales promotores de los mismos (léase Estados Unidos o Canadá en nuestro caso) y una de ellas es la igualdad de competencia en la transmisión de canales televisivos por medio del cable para evitar los monopolios que actualmente dominan el espectro televisivo.
Luego entonces un sistema político como el mexicano debe buscar nuevas formas de controlar a las masas tal y como lo hace actualmente por medio de la televisión la cual fija la opinión popular y la conducta a través de sus programas y noticieros transmitidos.
Quizás nos estamos enfrentando hacia lo que sería una nueva política pública para evitar la desinformación del pueblo que quedaría incomunicado con esta medida tecnológica, por lo que no es de extrañarnos que en un futuro la despensa del programa oportunidades incluya una caja digital y ¿por qué no? una pantalla plana con entrada de alta definición HDMI compatible con la misma.
La falta de visión de los mercadólogos de las campañas políticas en Baja California nos hace pensar como no se les ocurrió regalar estos aparatitos con fines electorales y el sello del partido benefactor impreso en ellos.
Quizás en México la política rompe con todos los estándares establecidos en los libros y esta medida no sea necesaria del todo, sin embargo a la hora de repartir culpas los funcionarios municipales y federales se pasan la bolita que al final recae en una Comisión Federal de Telecomunicaciones que legalmente ha desaparecido y una nueva dependencia que aún no ha sido creada.
Tijuana, como laboratorio tecnológico y sus ciudadanos como ratones del mismo son un ejemplo de que las políticas públicas en México están hechas al vapor y en muchas ocasiones sin estudios previos del impacto que puede tener en una sociedad que cada vez ve con menos asombro los absurdos legales de un país tercermundista que busca su lugar dentro del mercado global y sus formas sociales de países desarrollados.