Alejandra, es una hermosa niña, no dejo de admirarla; con su cabello rizado como algodón de azúcar, su tez morena clara como un dulce de leche, su boca formando una curvatura hacia abajo, seria con los desconocidos, pero abierta a todo lo que da en una sonrisa, una vez que ha prestado su confianza, su porte de señorita segura de si misma, inteligente y carismática.
Hemos estado juntos poco tiempo, y a pesar que nos llevamos bien (simpatizamos a pesar de la opinión contraria de los demás), hoy es el día que nos diremos adiós para siempre, parada en la puerta de su casa, con su mama y su hermano, me dicen adiós, al momento que se dan la vuelta y yo quiero llorar.
Quisiera gritarle, que no soy un simple sapo que apareció en el trapeador de su casa y fue puesto en un frasco que ella cargo con cariño y curiosidad, sin sentir asco de mi, que en realidad soy un príncipe azul que con solo un beso puedo adquirir forma humana, y hacerla feliz para siempre.
El único inconveniente es que mi hermosa mujercita solo tiene un año y yo… llegue demasiado temprano a su vida
domingo, 6 de septiembre de 2009
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