Cuando un amigo me comento que le gustaba ir a desayunar al supermercado, pense que se referia al area de comedores del mismo, pero cual fue mi sorpresa, al ver que se dirigio al area donde estaban los atunes en lata, pasando por el pasillo de las galletas y por ultimo por el de los refrescos.
Al momento que vi que empezo a abrirlos y degustarlos, no puede mas que sentir temor al pensar que alguno de los empleados fuera testigo del hecho y reportara a los encargados de seguridad.
Precedi a retirarme del piso de ventas y dejarlo solo, sobre todo despues de que con la boca llena y casi atragantandose por la prisa me ofrecio compartir el desayuno.
Esta es una prectica comun, que muchas veces va mas acompanada de la maldad o la travesura, que de la necesidad del ser humano por sobrevivir por medio de los alimentos.
Cada vez que voy al supermercado y veo tirados y algunas veces escondidos, envases y empaques de galletas, refrescos, yogurt y otros vacios, no puedo sino recordar aquel hecho de la adolescencia que muy grabado en mi memoria quedo.
Anos despues, al estar en la gerencia de un supermercado, me di cuenta que esas pillerias, son cargadas al consumidor o cliente del mismo en un tres por ciento sobre el costo de los productos que ahi se venden, ya que esa es la tasa porcentual que cuantifica la perdida o merma como se le conoce en el ambito comercial a la ocasionada en ventas por estos actos.
Asi que cuando alguien cometa algun ilicito de esta indole, recuerde que, todos los que compramos (incluido usted, sus familiares y conocidos) estaran pagando su desayuno, en el precio de los articulos que se compren en el supermercado.
martes, 21 de abril de 2009
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